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sábado, 30 de agosto de 2014

En busca de la camiseta perfecta

Fotografía: web europea de Icebreaker (http://eu2.icebreaker.com)

De dónde vengo y hacia dónde voy en mi manera de vestir

Cuando uno descubre el minimalismo existencial, empieza a leer blogs sobre el tema y comienza con sus primeras podas minimalistas y sus primeros retos, una de las primeras torres que caen es la ropa.

La publicidad y el entorno nos incita a comprar ropa que no necesitamos para estar a la moda o para tener suficiente variedad y cambiar a diario lo que vestimos.

Comprar ropa en exceso hace que se llene el armario y que se cumpla la Ley de Pareto: el 80% del tiempo nos ponemos el 20% de la ropa. La ropa se amontona mientras seguimos comprando y comprando.

"Eliminar lo innecesario y centrarse en lo importante", este es el mantra del minimalismo. Aplicar este principio a la ropa, nos lleva a seguir unas pautas en cuanto al consumo de prendas de vestir:
  • Comprar solo la ropa necesaria, si es preciso haciendo una lista previamente y evitar a toda costa las compras compulsivas.
  • Elegir prendas de calidad. Suelen costar más en principio pero a la larga salen más baratas ya que duran más.
  • Comprar ropa de corte clásico que no pase de moda y que sirva de una temporada para otra.
  • Usar prendas de colores lisos y sin estridencias ya que son más fáciles de combinar y cuesta menos repetir.
Un reto muy interesante para tomar conciencia de la ropa que realmente usamos es el Proyecto 333 que consiste en usar únicamente 33 prendas (incluyendo ropa, calzado y accesorios) durante 3 meses. Si no lo has hecho todavía, te lo recomiendo, para mí fue toda una revelación.

Desde aquel Proyecto 333 del 2011 ha llovido mucho. Ya en el 2013 reconocía en un artículo que visto igual o casi igual todos los días: toda mi ropa interior es exactamente igual, tengo varios pantalones vaqueros que son casi iguales y son los únicos que me pongo. Aunque en la parte de arriba sí que he ido variando las prendas. Para el trabajo solía ponerme alguna camisa discreta de color blanco, azul o a rayas. Después, para salir a la calle y los fines de semana, casi siempre iba más informal, con camiseta y sudadera.

Llegado a este punto y aprovechando las vacaciones de verano para experimentar y reflexionar, le he dado una vuelta de tuerca más al tema de la ropa y ahora sí que puedo decir con rotundidad que VISTO EXACTAMENTE IGUAL TODOS LOS DÍAS. Para ser preciso, visto exactamente igual todos los días desde el 20 de agosto de 2014. Son apenas 10 días desde entonces hasta el momento de publicar este artículo, pero no me podía contener, os lo tenía que contar porque esto va para largo y para mí significa un punto de inflexión en mi modo de ver la vida y una liberación casi inefable.

El uniforme en cuestión

Con la parte de abajo lo tengo fácil, empezando por unos zapatos polivalentes y siguiendo con unos vaqueros, punto. Ahora en verano llevo unos zapatos calados y unos vaqueros cortos y cuando pase el calor, los cambiaré por unos zapatos cerrados y unos vaqueros rectos de toda la vida. Si tenéis curiosidad, le puedo dedicar un post próximamente a los zapatos y los vaqueros.

Vamos ahora con lo difícil, la parte de arriba. Le he dado muchas vueltas al asunto. He barajado muy seriamente la posibilidad de llevar siempre una camisa blanca que queda bien en cualquier situación y es fácil de conseguir en cualquier tienda. La idea era llevar camisa blanca de manga corta en verano y de manga larga en invierno. Finalmente he descartado esa opción en favor de una camiseta. Aquí van las razones:
  •  Aunque me veo bien tanto con camisa como con camiseta, me siento más cómodo con una camiseta.
  • El cuello y los puños de una camisa se ensucian con mucha facilidad y tendría que cambiármela a diario o, con suerte, cada dos días.
  • Un pequeño cambio físico puede hacer que una camisa no quede bien. Ya me ha pasado varias veces que al engordar o adelgazar, o tras volver al gimnasio, una camisa que me quedaba perfecta, se ve apretada por según qué partes. Una camiseta sin embargo ofrece mucho más margen a los cambios en el físico.
  • Llevar camiseta en un entorno en el que la mayoría de la gente viste de manera más o menos formal me da un puntito de irreverencia que me gusta. Si una situación en particular requiere formalidad en el vestir, más abajo cuento cómo salvar los muebles.

El color de la camiseta

Bien, una vez que he decidido vestir todos los días con una camiseta, tengo que elegir el color.

Para empezar, quedan descartados todos los estampados, dibujos o inscripciones sean del tipo que sean. La camiseta debe ser de un color liso. También descarto de entrada los colores chillones ¿os imagináis vestir todos los días de amarillo o fucsia? Los candidatos son los colores neutros: blanco, negro y toda la gama de grises.

Una camiseta blanca lisa la asocio inmediatamente a la ropa interior, descartada. La camiseta negra está bien pero no quiero vestir de negro todos los días. Además, el color negro de la ropa se suele ir perdiendo con el uso intensivo y los lavados frecuentes hasta quedar en un negro apagado feucho.

El gris claro lo asocio a los pijamas (cada uno tiene sus fijaciones). Finalmente opto por el gris oscuro, me parece elegante y discreto y con unos vaqueros queda perfecto.

No quiero ser una valla publicitaria

Tengo muy claro que no quiero ser un hombre anuncio. Por muy buenas que sean las prendas que llevan un cocodrilo o un jinete montado en su caballo, una condición indispensable que tiene que cumplir mi camiseta es la de no tener visible el nombre de la marca o el logotipo. O si está visible, que sea de una forma muy muy discreta, que casi no se aprecie.

La camiseta que he elegido finalmente es la que sale en la imagen que acompaña a este artículo. La podéis ver directamente en su web mediante este enlace (el color es "monsoon"). Como se puede apreciar en la foto, el logotipo está bordado con hilo del mismo color que la prenda y casi no se ve.

El tejido de la camiseta

La mayoría de camisetas disponibles en el mercado son de algodón, o de una mezcla de algodón con fibra sintética. Y la gran mayoría de ellas son de mala o muy mala calidad, aunque buscando, como siempre, también es posible encontrar camisetas de algodón bien hechas, que no se deforman a los pocos lavados y que no pierden el color.

El algodón es una fibra natural que tiene muy buen tacto y transpira muy bien, pero que tiene un serio inconveniente, al menos para mí. A poco que sudes una camiseta de algodón, cuando se seca huele fatal; y al final pasa como con las camisas, que hay que cambiarlas prácticamente a diario.

Para encontrar camisetas que aguanten mucho uso, que transpiren bien y que no huelan a las primeras de cambio hay que irse a marcas técnicas que fabrican ropa deportiva. Tengo dos camisetas de la marca Marmot que son indestructibles, una de ellas me acompañó en El Camino de Santiago y todavía me la pongo para ir al campo. También tengo muy buena experiencia con las camisetas de la marca Under Armour.

Las camisetas técnicas están fabricadas con fibra sintética y el tacto no es tan agradable como el de las camisetas de algodón. Incluso tienen un brillo (unas camisetas más que otras) que delata la fibra artificial.

Después de mucho indagar descubro que hay prendas hechas con lana de oveja merina que, por lo que cuentan, todo lo que tienen son ventajas: tienen un tacto suave, transpiran bien, son fresquitas en verano y calentitas en invierno y tienen propiedades antibacterianas, lo que evita los malos olores.

Un tanto escéptico pedí por internet la camiseta de la foto. Es de la marca Icebreaker, que está especializada en prendas fabricadas con lana de oveja merina. Todavía es pronto para hablar de la durabilidad, pero por el momento ratifico al 100% las características casi mágicas que se le atribuyen al producto, ya tengo en camino un pedido de Amazon (Icebreaker Tech T Lite) con otras dos camisetas exactamente iguales a la que me estoy poniendo ahora. Parezco un comercial de la marca, pero al César lo que es del César.

¿Y si necesito vestir de manera formal?

Algunos pensaréis que una camiseta y unos vaqueros es una vestimenta muy informal y es cierto; pero si te pones encima una americana, la cosa cambia. Para muestra un botón:


Ya sé que la percha influye mucho, pero no me podéis negar que queda "guay". Con una americana como parte del uniforme se puede salir airoso de cualquier situación medianamente formal. En casos de "extrema" formalidad puede que no resulte una indumentaria adecuada, pero como no tengo en mi horizonte cercano recibir un Óscar o un Nóbel, de momento no me preocupa.