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sábado, 9 de mayo de 2015

Cariño, soy minimalista



Sois muchos los lectores que me habéis escrito; por un lado, mostrando vuestro interés por saber si estoy bien; y por otro, animándome a seguir publicando. Muchas gracias, sabéis que vosotros sois los que dais sentido a Mínimo. Mis artículos son apenas la "chispa" para iniciar un debate y aprender todos de todos.

Eva Bautista, una de mis fieles lectoras ;-) me sugirió en un correo tratar un tema muy interesante y del que no había escrito todavía en este blog: cómo lleva el minimalismo la gente de mi entorno. Os contaré cómo ven este tema en mis allegados.


Lo primero, respeto a la diversidad

Soy vegetariano desde hace más de veinte años y nunca me ha gustado hacer proselitismo de la filosofía vegetariana, es más, la mayoría de la gente que me conoce ni siquiera sabe que lo soy. Creo que lo mejor es que cada uno coma lo que más le guste y todos contentos. Ahora bien, si alguien se interesa y me pregunta, entonces sí que doy mi opinión con mucho gusto; envío recetas, recomiendo restaurantes vegetarianos, tiendas donde venden productos vegetarianos y lo que haga falta...

Con el minimalismo me pasa algo muy parecido. En mi entorno hay gente que cada día lleva unos zapatos diferentes, y no se me ocurre poner ninguna pega ni tan siquiera hacer un comentario. Cada uno es muy libre de administrar su dinero, su tiempo y su energía como le venga en gana. Si una persona disfruta comprando y estrenando zapatos, estupendo, como el que disfruta pescando o viendo del tirón toda la saga del Señor de los Anillos..., cada uno es feliz a su modo. No intentaré convencer a nadie para que cambie su manera de ser. Ahora bien, si alguien se interesa por saber por qué demonios un tío aparentemente normal viste igual todos los días o se embarca en un viaje sin más equipaje que lo que lleva en los bolsillos, entonces, igual que con el tema del vegetarianismo, estaré encantado de explicar mi filosofía de vida.


Predicar con el ejemplo

Habiendo dejado claro que no pretendo convencer a nadie para que adopte una filosofía de vida minimalista, creo que, aunque sea un poco, he podido influir en mi entorno de tal forma que las personas cercanas han visto que hay otras opciones al "consumismo voraz".

Pongamos como ejemplo la televisión. Ya sabéis que no tengo tele en casa. Me parece un electrodoméstico totalmente prescindible y por eso nunca me he comprado una. Algunos de mis amigos ven que vivo perfectamente sin televisión y que el tiempo que perdería delante de la caja tonta lo empleo en leer, hacer deporte o cualquier otra actividad mucho más productiva. Ya hay algunos que han seguido mi ejemplo; me han dicho que mi caso les ha hecho reflexionar y han decidido no tener televisión ellos tampoco. No ha sido una labor evangelizadora, ha sido pura imitación: a mi amigo le va muy bien sin tele pues voy a probar yo también.

Eva, la lectora del blog de la que os hablaba antes, me decía que está adoptando algunos hábitos minimalistas; hace poco había vaciado su parte del armario y había quitado un montón de cosas que no usaba. Al día siguiente ¡sorprendió a su marido haciendo revisión en su parte! Me parece un ejemplo inmejorable de contagio minimalista.


Mi mujer

Después de unos cuantos años de vida en común, nos influimos mutuamente y nuestros caracteres, gustos y maneras de hacer las cosas se van entremezclado; y en esa mezcla entra, por supuesto, el minimalismo. A decir verdad, no sé quién de los dos ha influido más en el otro en cuanto a hábitos minimalistas.

Ella tiene desde siempre un hábito estupendo que todos deberíamos adoptar: las grandes revisiones al final de temporada. Tanto al final del verano como al final del invierno, hace una gran revisión de toda la ropa y el calzado que ha estado usando. Se deshace de lo que ya no sirve y limpia a conciencia todo lo que hay que guardar para el año siguiente. Si hace falta, lleva los abrigos o las chaquetas a la tintorería o arregla algún desperfecto en caso de que haga falta. Todo tiene que estar perfecto antes de guardarlo otra vez en el armario. Y, por supuesto, cada cosa va a su lugar correspondiente y bien protegido, todos los zapatos en sus respectivas cajas y los trajes, chaquetas y abrigos, en sus fundas. Aprovecha la ocasión para limpiar bien el interior del armario y renovar el antipolilla.

En los últimos tiempos, reconoce haberse contagiado un poco de mi hábito de vestir de la misma forma todos los días. No llega al extremo de usar uniforme, pero sí que ha visto cómo su indumentaria se reduce a tres o cuatro esquemas que va repitiendo de forma regular. No tiene varias prendas exactamente iguales como tengo yo pero sí que tiene lo que se suele llamar unos "básicos" o prendas que van bien con todo y que va combinando entre sí. En definitiva, tenemos un armario bastante despejado.


Mi hermana y mi cuñado

A mi hermana le encanta ir de compras, especialmente adora la ropa y los zapatos. No es para nada una persona superficial, tiene innumerables virtudes que no vienen al caso en este artículo; pero de momento, la búsqueda de la sencillez no es una de ellas. Su marido es el contrapunto perfecto; no se queda corto a la hora de comprar ropa y zapatos, pero es bastante más práctico y no se encapricha de algo si no le hace falta, como le puede pasar a mi hermana.

De mi cuñado, destacaría su determinación por deshacerse de lo que ya no usa. Tiene una casa grande que le permitiría ir acumulando trastos; pero él, ni corto ni perezoso, se desprende igual de una sillita de bebé que de unas puertas que acaba de cambiar ¡Para eso está segundamano.es!


Mi madre

Son muchos los valores que me ha inculcado mi madre de pequeño: la honestidad, la humildad, el esfuerzo, la paciencia... muchos y muy valiosos, pero ninguno relacionado con el minimalismo. Mi madre es la antítesis del minimalismo: nunca tira nada, ni revisa nada, ni se plantea nunca deshacerse de nada, ya sea una finca o un jersey. No le importa no haber usado algo en 20 años ni el estado en que se encuentre, simplemente es algo sobre lo que no reflexiona.

Me crié con esta mentalidad y me ha costado mucho esfuerzo y mucho tiempo quitármela de encima. Ahora estoy en el extremo opuesto.

Intento entender esta manera de pensar. Mi abuela también era así. Vivió unos tiempos difíciles. Guardaba como un tesoro cualquier pertenencia. Mi madre y su hermana heredaron esta mentalidad. Ésta última (mi tía) la fue cambiando a lo largo de su vida, pero mi madre siempre ha sido así y mucho me temo que ya no va a cambiar.

¿Cómo es vuestro entorno cercano? ¿cómo reacciona ante vuestras inclinaciones minimalista?

sábado, 11 de febrero de 2012

Reduciendo mi colección de discos


Tengo una vasta colección de discos. Casi sería obsceno dar el número exacto de álbumes que la integran en un blog minimalista como éste.

Hasta donde alcanzan mis recuerdos, había dos cosas que se llevaban buena parte de mis ingresos de joven (y no tan joven): los libros y los discos. Eso me ha llevado a ir acumulando a lo largo de mi vida una ingente cantidad tanto de lo uno como de lo otro.

El virus M, ese que genera un impulso a limpiar, ordenar y reducir las posesiones, se va extendiendo como una mancha de aceite por todos los ámbitos de mi vida. Pensaba que mis discos se salvarían de la quema pero no, irremediablemente les ha llegado el turno también a ellos.

Criterios para la purga

No es mi intención, ni mucho menos, deshacerme de mi colección al completo. Antes tiraría el sofá o la vitrocerámica que mis discos de Wim Mertens o Tori Amos. Lo que sí voy a hacer es desprenderme de esos discos que hace tiempo que no escucho (y que seguramente no voy a escuchar más) o esos otros que tienen una calidad de audio tal que al pasarlos a mp3 no voy a notar diferencia alguna. Me quedaré con todos los que me gustan y, por supuesto, con los que tienen un significado especial porque fueron un regalo o porque están autografiados.

La primera tanda

El primer lote del que me quiero deshacer contiene, sobre todo, discos recopilatorios: versiones de temas conocidos, los éxitos del momento, música salsa, música navideña, etc. Creo que podré sobrevivir sin el "Máquina brutal" que regalaban con las cintas Sony y sin el "Un pasito pa'lante, un pasito pa'atrás - Los mejores bailes del verano" que venía en un lote de 10 discos sorpresa.

Voy a desprenderme también de una colección de música de J. S. Bach (10 álbumes dobles) que contiene grabaciones históricas remasterizadas y que pasaré a mp3. En total, se trata de 40 discos compactos (16 discos dobles y 8 sencillos). Ahí es nada.

Cómo

No sé qué hacer con los discos. Acepto sugerencias. ¿Alguno ha pasado por un trance parecido? Cuando me desprendo de algo, ya sea ropa o bolígrafos, siempre me preocupo más por el uso que van a darle a los objetos que por el dinero que pueda sacarles. Tanto si vendo todos estos discos como si al final acabo regalándolos, me quedaría más tranquilo sabiendo que  su nuevo dueño los va a escuchar y no van a acabar en el fondo de un cajón.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Cariño, he agrandado el piso


Desde que me volví minimalista (qué raro suena eso) parece como si mi piso se expandiera poco a poco. Incluso transito por lugares por donde no hace mucho era imposible moverse, como si mi hogar fuese una jungla y hubiese conseguido comerle terreno paulatinamente a base de machetazos.

El motivo de esta dilatación espacial aparente es una “reacción en cadena minimalista”. Lo ilustro con un ejemplo. Pongamos que reviso mis CD y DVD (que son varios cientos). Guardo en el ordenador o en la nube los ficheros que merece la pena conservar y me deshago de todos los discos. Ahora tengo un montón de archivadores de CD vacíos (además de varios kilos de basura). ¿Para qué quiero archivadores de CD vacíos? Me deshago de ellos también. ¡Un momento! Se me han quedado vacías las  baldas de la estantería. ¿Para qué quiero una estantería vacía? ¿para poner platitos que digan “Recuerdo de Granada”? noooooooooo. Me deshago también de la estantería y ¡tachán! ¡el piso se ha hecho 0.3 m2 más grande!

Esto es solo un ejemplo, lo mismo que se hacen desaparecer los CD como por arte de magia se pueden hacer desaparecer libros, llaveros, souvenirs, esas tazas que regalan con los paquetes de galletas y un larguísimo etcétera.

Con un poco de perseverancia, la casa puede ganar, no ya unos pocos metros cuadrados sino incluso ¡una habitación entera! Aunque parezca increíble, mi piso tiene ahora una habitación más ¿adivináis cómo he conseguido que ahora mi casa tenga una "habitación para la meditación"?

domingo, 10 de abril de 2011

Proyecto 333: Conclusiones



Durante estos últimos tres meses - concretamente desde el nueve de enero - he participado en el experimento minimalista que se ha dado en llamar Proyecto 333. Básicamente ha consistido en usar únicamente 33 prendas (ropa y calzado) en este período de 3 meses.


Dándole los buenos días al armario

Como ya comenté en mi primera valoración del experimento, el gesto diario de elegir la ropa que ponerme ha sido más sencillo y más rápido que antes de meterme en este asunto. En el armario he tenido sólo lo que había en mi lista, nada más, lo demás lo tenía guardado.
Además de rápido, también ha sido más placentero porque se trataba de prendas de calidad que me gustan mucho y que me sientan bien. Si tengo que elegir unas prendas y descartar otras para decidir qué ponerme durante tres meses, lógicamente elijo lo mejor que tengo; ahí está el éxito del Proyecto 333.


Hábitos de compra

He cambiado completamente mis hábitos de compra en general pero especialmente en cuestión de ropa. Hace cosa de dos años, si veía una camiseta chula que estaba bien de precio me la compraba. Iba a las rebajas sin una idea clara de lo que quería, simplemente a la caza y captura de buenas ofertas.
El resultado de este comportamiento era la saturación. Gastaba mucho en ropa, aunque a mí no me lo parecía ya que compraba cosas baratas, tenía el armario lleno y muchas veces me decía a mi mismo eso de "no tengo nada que ponerme" ¿te suena?
He ido cambiando poco a poco este comportamiento y el Proyecto 333 ha supuesto el espaldarazo definitivo. Ahora medito muchísimo cada nueva adquisición, sólo compro algo si sé que lo voy a utilizar mucho, si me gusta y si es un producto de buena calidad. En lo que va de año, en cuanto a ropa he comprado apenas una camisa blanca (para sustituir una camisa del Proyecto 333 que estaba un poco estropeada) y una camiseta negra de manga larga (a lo Jobs) en mi viaje a Lituania; las maletas tardaron casi tres días en llegar y no quise ir varios días seguidos a las reuniones con la misma camisa :)


Baile de fechas

Como anécdota os cuento que el pasado nueve de marzo pensaba que se había acabado el experimento, no sé por qué pero me bailaron las fechas en la cabeza. Bueno, el día siguiente me puse ropa que no estaba en mi lista, pensé "ya que se ha acabado el experimento me pongo la camisa que me regaló mi mujer para San Valentín y que todavía no he estrenado".
Me extrañó no ver ningún artículo sobre el Proyecto 333 en la blogosfera haciendo balance de la experiencia, hasta que caí en la cuenta que me había comido un mes. Creo que ha sido la única vez que me he saltado las normas del experimento - fue de forma inconsciente - aparte de lo ocurrido en Lituania que ya he contado.


¿Y ahora qué?

Me seduce muchísimo la idea de vestir "mi propio uniforme", es decir, elegir con qué prendas me siento mejor y vestirme con ellas todos los días, y no tener nada más. Se entiende que tendría esas prendas repetidas para no ir desnudo mientras se lava la ropa sucia.
De momento voy a dejar esa idea incubando, puede que después del verano sea una buena fecha para hacer el experimento "uniforme durante tres meses" o algo por el estilo. Ya os contaré.


¿Y a vosotros qué tal os ha ido el Proyecto 333?
Si no habéis participado, os recomiendo encarecidamente que lo intentéis, al menos una vez en la vida :)

miércoles, 9 de febrero de 2011

Un mes con el Proyecto 333



El 9 de enero comenzamos con el Proyecto 333, este singular experimento minimalista, y ya ha pasado un mes desde entonces.

Si no sabes qué es eso del Proyecto 333, puedes leer sobre él aquí. No te preocupes si no llegaste a tiempo para empezar en enero, te puedes unir en cualquier momento o, si quieres, puedes llevarlo a cabo por tu cuenta.

Después de un mes ahí van mis valoraciones:

Todavía no he usado todas las prendas

Las prendas que no me he puesto durante este primer mes de experimento son:
24. camiseta naranja
26. camiseta azul
31. corbata
32. gorro
33. guantes

El gorro y los guantes los metí en la lista por si me hacen falta en un viaje que haré en marzo a Lituania. Allí me imagino que los usaré. En Málaga, donde vivo, no hacen falta estas prendas.

Las dos camisetas que he usado (la blanca y la negra) me las he puesto siempre debajo de alguna sudadera o debajo del jersey a modo de camiseta interior. Supongo que con la llegada de la primavera y de los primeros "calorcitos" usaré todas las camisetas de manga corta que están incluídas en la lista.

La corbata no me la he puesto aún. Los trajes sí, me resultan muy cómodos para ir al trabajo.


Elección diaria de las prendas

Me visto prácticamente igual que antes de iniciar este experimento, pero ahora tardo menos en decidir qué ponerme. Antes tenía mezclada toda la ropa, la que me ponía con frecuencia y la que me ponía menos (o nunca).

Antes de empezar con el Proyecto 333 quité de enmedio toda la ropa que no iba a usar durante estos tres meses y puse las prendas de mi lista bien juntitas y ordenadas. Por la mañana abro el armario y decido lo que me voy a poner en menos de 4 segundos.

No echo en falta ninguna prenda, me siento muy bien con la ropa que llevo.


El día que me salté las reglas

Sólamente un día me salté las reglas que nos hemos autoimpuesto los participantes en este experimento. Recordaréis que los objetos como el reloj, las pulseras, los colgantes y demás accesorios (salvo la alianza) contaban también a la hora de elaborar la lista. Pues bien, un día que tenía entre manos una importante transacción financiera, me colgué un amuleto. Sí, un amuleto. Ser informático no quita tener comportamientos tan irracionales como usar un talismán, hablarle a las plantas o rezar :)

Y a vosotros ¿qué tal os va con el experimento?

sábado, 8 de enero de 2011

Proyecto 333: mi lista definitiva

El proyecto 333, en su versión hispana, comienza mañana domingo. Como ya hemos visto en este blog, se trata de un experimento que consiste en utilizar únicamente 33 prendas durante 3 meses. Podéis consultar aquí las reglas.

Ya tengo mi lista definitiva con las 33 prendas. He incluido un gorro y unos guantes porque probablemente viajaré a Lituania en marzo. Estaré por allí unos cuatro o cinco días y no es 100% seguro que me hagan falta esas prendas, pero por si acaso las he metido en la lista.

Con la corbata pasa tres cuartos de lo mismo, puede que la use una o dos veces, si es que me la pongo, pero por si las moscas también va en la lista.

He colocado las 33 prendas muy a mano, en el armario que tenemos en el dormitorio. El resto de la ropa, la que no voy a usar durante los próximos tres meses la he colocado aparte. He metido algunos pantalones y camisetas en una caja, varios jerseys en una bolsa y unas cuantas camisas en un armario auxiliar en otra habitación.

Sin más preámbulo, aquí os dejo mi lista:

1. zapatillas de deporte
2. zapatos de invierno
3. zapatos de vestir
4. camisa blanca
5. camisa blanca con gemelos
6. camisa negra
7. camisa celeste
8. camisa a rayas azules
9. camisa a rayas marrones
10. camisa a rayas rosas
11. camisa a rayas de varios colores
12, 13. traje gris oscuro (2 piezas)
14, 15. traje azul con rayas diplomáticas (2 piezas)
16. pantalones vaqueros
17. pantalones de vestir en azul marino
18, 19. abrigo negro de dos capas (forro polar + capa impermeable)
20. abrigo clásico en azul marino
21. jersey azul marino
22. sudadera negra
23. sudadera azul con capucha
24. camiseta naranja
25. camiseta blanca
26. camiseta azul
27. camiseta negra
28. cinturón ancho para vaqueros
29. cinturón fino de vestir
30. reloj
31. corbata
32. gorro
33. guantes

miércoles, 5 de enero de 2011

El correo electrónico es como el fregadero

Fregadero Zafiro de Saneamientos Frandoz
Durante mi época de soltero, en ciertas ocasiones, se me acumulaban los cacharros sucios en el fregadero de un día para otro. Y quiero resaltar lo de "en ciertas ocasiones", no vaya a ser que lea esto mi madre y le dé un patatús. Me pasaba cuando trataba de abarcar más trabajo (y lo que no es trabajo) del que podía manejar.

El fregadero de la cocina se asemeja a la bandeja de entrada del correo electrónico. Cuando hay una tacita de café y una cucharilla, no cuesta nada echar una gotita de lavavajillas y pasar el estropajo para que el fregadero vuelva a su estado primigenio. Pasa igual con el correo electrónico, si hay un par de mensajes, los despachamos en un santiamén; casi sin darnos cuenta están leídos y hasta contestados. Muy al contrario, si el panorama que se nos presenta es una pila de platos, ollas, sartenes y demás enseres; o lo que viene a ser lo mismo, una lista interminable de correos electrónicos de todos los tamaños y colores... ¿qué hacemos? Seguramente lo más fácil, mirar para otro lado y, por tanto, agravar la penosa situación.

¿Cuál es la solución? Pues está claro, no hay que ser perezoso, debemos fregar los platos de una atacada y dejar limpio el fregadero. No se pueden dejar los platos sucios de un día para otro. Imagina que viene visita. Peor aún, ¡imagina que quien te visita es tu suegra! Ya sabes, con el correo electrónico igual, la bandeja de entrada tiene que estar limpita al final de la jornada, ni un solo mensaje debería quedar, si no, se irán acumulando hasta Dios sabe cuando.

Ahí van algunos consejos para acabar con la bandeja de entrada vacía al final del día:
  • Procesa los correos de uno en uno y por orden de llegada, si no, se pueden ir quedando los que conllevan más trabajo para el final y probablemente se queden sin revisar.
  • Borra todos los correos que no vayas a volver a leer.
  • Si un correo lleva adjunto un documento importante, archívalo en tu ordenador o en la nube con Dropbox. Recuerda que el correo electrónico es un medio de comunicación, no un sistema de almacenamiento.
  • Si quieres conservar algún correo, muévelo a tu carpeta "Archivo". En GMail ya tienes esta carpeta por defecto, si no la tienes, créala.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Proyecto 333: 3 meses con 33 prendas

Os propongo un experimento minimalista: usar sólo 33 prendas durante 3 meses. Se conoce como Proyecto 333 y lo propuso por primera vez Courtney Carver en su blog Be More With Less. Hace poco, Valentina publicó una entrada sobre el Proyecto 333 en su blog Sostenibilidad y Minimalismo. Ya hay mucha gente adherida al proyecto en su vertiente anglosajona y el día 9 de enero de 2011 empezará la versión hispana.

¿Para qué unirse al experimento? Establecer una limitación clara en el número de prendas y usar únicamente esas 33 elegidas nos puede ayudar a ser conscientes de lo que realmente estamos usando y de cómo podemos simplificar nuestro armario. Seguramente ya estamos rondando esas 33 prendas o puede que incluso menos, pero este experimento terminará de abrirnos los ojos.

Las reglas son las siguientes:
  • La versión hispana (espero que se apunten los muchos seguidores que tenemos al otro lado del charco) va del 9 de enero al 9 de abril.
  •  Cuenta cualquier prenda de ropa o de calzado y cualquier accesorio (excepto la alianza) como joyas, relojes, etc. También cuentan las bufandas, gorros, guantes o cualquier otra prenda de abrigo.
  • No cuentan la ropa interior, ni el pijama, ni la ropa de andar por casa, ni la ropa que utilizamos para hacer deporte; siempre y cuando toda esa ropa no se utilice para salir a la calle o para ir a trabajar. Es decir que si utilizamos una camiseta para ir al gimnasio pero también la usamos para ir a comprar, tendríamos que incluirla en la lista.
  • Puedes tener 3 prendas o accesorios de reserva (nº 34 a 36). Estos elementos podrán sustituir a algún otro, en caso de que decidas tirar o donar (no dejarlo otra vez en el armario) alguna de las prendas que estaba en la lista inicial.
¿Te parece fácil? Pues no lo pienses más y únete al experimento.

Ten en cuenta posibles viajes a lugares con un clima diferente, o situaciones como las bodas en las que hay que ir arreglado.

Aquí va mi lista provisional, de momento con 27 elementos. Publicaré la lista definitiva el día antes de empezar el experimento (el sábado 8 de enero).
  • zapatillas de deporte (las uso para correr pero también para salir a la calle así que las incluyo en la lista)
  • zapatos de invierno
  • zapatos de vestir
  • camisa blanca
  • camisa blanca con gemelos
  • camisa negra
  • camisa celeste
  • camisa a rayas azules
  • camisa a rayas marrones
  • camisa morada
  • traje gris oscuro (2 piezas)
  • traje azul con rayas diplomáticas (2 piezas)
  • pantalones vaqueros
  • pantalones de vestir en azul marino
  • abrigo negro de dos capas (forro polar + capa impermeable)
  • abrigo clásico en azul marino
  • jersey azul marino
  • sudadera negra
  • camiseta azul
  • camiseta naranja
  • camiseta negra
  • cinturón ancho para vaqueros
  • cinturón fino de vestir
  • reloj clásico
  • corbata granate

sábado, 30 de octubre de 2010

El "efecto bolso" o cómo el continente determina el contenido


A partir de los comentarios de María Luisa del artículo Reduce tus bandejas de entrada, se me ocurrió la idea de escribir sobre cómo el continente determina en gran medida el contenido, sobre todo en cantidad y, en cierta forma, también en calidad. Ella comentaba que últimamente prefería tener bolsos cada vez más pequeños para llevar menos cosas.

Hay infinidad de receptáculos: bolsos, maletas, muebles, habitaciones... Debido a la mentalidad consumista y a la falsa creencia de que más es mejor, tendemos a llenar cualquier continente hasta su máxima capacidad, y una vez lleno, compramos otro receptáculo más grande, que tarde o temprano también se llenará; y vuelta a empezar.

Principio minimalista nº 2: Mejor cuanto más pequeño.

Si nos imponemos tener receptáculos más pequeños, tendremos menos cosas y eso implica algo importantísimo: cuando nos vemos obligados a elegir unos pocos objetos tenemos sólo los que son verdaderamente importantes y prescindimos de las cosas inútiles. Por tanto, tener continentes pequeños mejora tanto la cantidad (la reduce) como la calidad (sólo quedan cosas útiles).

Llevo un tiempo aplicando este principio minimalista en diferentes ámbitos con muy buenos resultados. No hace mucho tenía los discos duros de mi ordenador cargados hasta los topes. Además tenía cuatro discos duros externos llenos de material multimedia y documentos. He ido paulatinamente reduciendo la capacidad de almacenamiento. Ahora tengo lo importante, de esta forma lo que busco lo encuentro rápido y no me pierdo entre películas que nunca voy a ver, canciones que nunca voy a escuchar o documentos que nunca voy a abrir. De todas formas, creo que tengo margen todavía para seguir reduciendo el volumen de información. Mi meta es tenerlo todo en la nube, junto con un duplicado en un pendrive para cuando esté off line.

La reducción del continente puede provocar cambios muy positivos. Tenéis un buen ejemplo en el blog Sostenibilidad y Eficiencia. En esta web, Valentina explica cómo mejoraron ella y su marido su calidad de vida mudándose a un piso más pequeño. Os podéis bajar gratis el pdf "Mudanza minimalista".

Mejor cuanto más pequeño ¿cómo aplicas tú este principio?

sábado, 9 de octubre de 2010

Minimalismo en la cocina

Foto de Futura Cucine
Existe una herramienta que sirve para pelar, cortar en rodajas, cortar en juliana, cortar en daditos, deshuesar fruta, untar mantequilla y seguro que muchas cosas más. Esa herramienta se llama cuchillo. A pesar de que con pocas herramientas simples se hace casi todo, es frecuente encontrar en la cocina un sinfín de cachivaches tan sofisticados como inútiles.

El minimalismo también se puede aplicar a la cocina, ahí van algunos consejos:

  • Evita cualquier aparato que no vayas a usar con frecuencia. Si haces gazpacho o puré casi todos los días, te hará falta una batidora, pero si vas a darle poco uso a un cacharro, mejor no tenerlo. Piensa que cualquier artilugio como una licuadora, una sadwichera o una picadora ocupa mucho sitio.
  • Procura tener cosas a las que le puedas dar varios usos diferentes. Una copa de coñac sirve sólo para beber coñac y una copa de cava sirve sólo para beber cava. Con un juego de vasos estándar y un juego de copas de vino podrás beber cualquier cosa. Busca objetos multiuso.
  • Haz revisiones periódicas de todo lo que tienes en la cocina. Cada cierto tiempo es conveniente sacarlo todo, vaciar completamente los muebles y ver si hay cosas que no se utilizan. Deshazte de los objetos inútiles.
  • Pon muebles sencillos. Los muebles con repisas, cristal, rejillas, etc. son más difíciles de limpiar y se rompen o estropean con más facilidad. Además los muebles sencillos dan sensación de orden y limpieza.
  • Comenta entre tus familiares y amigos tus preferencias minimalistas sobre los regalos. Los objetos destinados a la cocina suelen ser regalos muy socorridos pero si no te hacen falta pueden llegar a ser un estorbo. Nunca en mi vida he probado el fondue, sin embargo he llegado a tener cuatro juegos de fondue, todos ellos regalos de cumpleaños. Si quieren regalarte algo para la cocina, puedes decir que prefieres algo que se pueda gastar, por ejemplo una botella de vino, un queso o un bizcocho casero.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Estoy vendiendo mis plumas


Coleccionismo y minimalismo son términos opuestos y tarde o temprano tenía que acometer la tarea de desprenderme de mi colección de estilográficas. Si no de todas ellas, al menos de gran parte.

Escribir con pluma es una delicia. Redescubrí este placer hace un par de años, cuando me encontraba trabajando en Irlanda. Andaba curioseando en una papelería del centro de Cork cuando fijé la vista en una Parker Jotter en oferta, seis eurillos de nada. Arrancarle los primeros trazos fue como descubrir de nuevo la escritura. Desde entonces no he dejado de escribir con pluma.

La semana siguiente a la compra de mi primera Parker volví a la misma papelería y me compré otra, a la que le di un uso no muy prolongado pero intensivo. Sí, has acertado, no le di un uso muy prolongado porque al poco tiempo cayó otra pluma, y luego otra...

Entrar en eBay fue mi perdición. En este cúmulo gigantesco de tiendas virtuales se pueden encontrar plumas de todo tipo y precio, desde menos de un euro hasta ediciones muy exclusivas de varios miles.

Al principio, cuando tenía cinco o seis, las iba rotando y así escribía con todas, pero a medida que la colección iba creciendo, casi me centraba más en pensar cuál sería la siguiente que en escribir con las que ya tenía.  Algunas ni siquiera las estrené.

Llegué a tener 54 plumas. Son demasiadas, y esto de coleccionar no va con mi nuevo estilo de vida minimalista. Quiero reducir mis pertenencias en todos los ámbitos y tener poco, sólo lo que uso y lo que me gusta de verdad.

De un tiempo a esta parte he empezado a vender las plumas en pequeños lotes. De eBay vinieron y a eBay están volviendo. Mi objetivo, en principio, es quedarme con un máximo de 18 estilográficas, sólo las mejores y las que más me gustan. De esta forma vendería incluso uno de los muebles que tengo para guardarlas (el más grande). Más adelante puede que continúe el proceso "minimizador", pero de momento pasar de 54 a 18 plumas creo que sería un logro.

¿Y tú? ¿tienes alguna colección que te trae de cabeza?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El problema del mantelito de crochet


Eliminar objetos inútiles es muy importante. Con cierta frecuencia es necesario limpiar el espacio vital y ver qué es lo que sirve y hay que conservar y qué es lo que no sirve y hay que desechar. Los objetos útiles se deben colocar en su lugar correspondiente (cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa) y los objetos de los que es necesario desprenderse se pueden donar, vender o tirar, según el caso.

En principio, la clasificación de objetos siguiendo este criterio parece fácil y sistemática, y de hecho lo es. Pero, tarde o temprano, uno se tropieza con "el problema del mantelito de crochet". Se trata de un objeto que se conserva por motivos sentimentales pero que no tiene ninguna utilidad, ni siquiera decorativa, se guarda en un cajón o incluso en el trastero durante lustros o décadas y nunca se usa, simplemente se almacena, y no se tira porque da pena. Puede ser un regalo, algo hecho a mano o algo que de alguna manera trae buenos recuerdos.

Puede haber muchos tipos de "mantelitos de crochet": un jarrón chino, un fondue, un peluche, una bandeja, un molinillo de café... Se pueden tener pocos o se puede llegar a tener la casa llena de ellos, prácticamente sin dejar espacio para nada más. Puede haber incluso "mantelitos de crochet" de grandes dimensiones como un coche, un terreno o una casa. En efecto, hasta una casa puede pertenecer a esta categoría si se trata de un inmueble que se conserva por motivos sentimentales pero que ni se habita, ni se alquila, ni se le saca ningún provecho, simplemente se queda ahí, en el limbo.

¿Qué se puede hacer con estos objetos? Lo mejor es desprenderse de ellos, dejarlos marchar: venderlos, donarlos o tirarlos. Los objetos son sólo eso, objetos. Lo importante son las personas y las relaciones de amor y amistad que hay entre ellas. Cuando alguien ofrece un regalo, ese gesto permanece para siempre en la memoria, aunque el objeto regalado luego se pierda o se queme en un incendio, el regalo es lo de menos, lo importante es ese acto de generosidad. Tener muchas cosas alrededor no hace más feliz a nadie, por el contrario, tener gente que te quiera a tu lado te hará la persona más feliz del mundo.

No pasa nada por tener ciertos recuerdos, no hay que ser radical y verlo todo desde un punto de vista funcional, no hay nada malo en conservar algunos "mantelitos de crochet" siempre que sean pocos, pequeños y estén bien ordenados. Pero hay que estar muy alerta para no dejar que ahoguen el espacio vital.

¿Y tú? ¿tienes muchos "mantelitos de crochet"?

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La caja tonta

Cuando me mudé a mi propio piso tomé la decisión de no tener televisión. Diez años después, puedo afirmar con rotundidad que fue una decisión totalmente acertada. Leo, cocino, trabajo... pero no veo la televisión, sencillamente porque no tengo, ni falta que me hace. Ni siquiera pierdo el tiempo considerando la opción de verla o no verla porque, en mi caso, esa opción no existe.

¿Qué nos ofrece la televisión?
Como medio audiovisual tiene un potencial enorme: noticias, documentales, películas, reportajes... La cuestión es ¿aprovechamos de verdad esa capacidad como medio y esa variedad de contenidos? ¿podemos llegar a esos contenidos por otros cauces sin necesidad de tener televisión? A la primera pregunta podemos contestar sí o no dependiendo del nivel de zapping y de la existencia o no de planificación a la hora de sentarse delante del aparato. A la segunda pregunta podemos contestar con rotundidad que sí. Hoy día a través de internet podemos tener acceso a cualquiera de los contenidos que nos ofrece la televisión, pero además de una forma activa, eligiendo nosotros en cada momento la información que queremos obtener. No todo internet es orégano pero eso es otro asunto que daría para otro artículo.

Los televidentes no son tontos
Debo confesar que cuando empecé a escribir este artículo tenía unos prejuicios no demasiado favorables hacia los telespectadores. Pensaba que la mayoría de la gente se pasa el día viendo programas de cotilleos, esos en los que unos a otros se profieren gritos y parecen competir a ver quién tiene menos educación e inteligencia. Hay quien lo ve (en caso contrario no existirían esos programas) pero afortunadamente los hábitos de los espectadores van cambiando y parece que se va imponiendo la lógica, no son tantos como yo pensaba, al menos así lo constatan los datos. A comienzos de 2006, las cadenas líderes de audiencia eran Antena 3, Telecinco y La 1 que copaban el 21'9 %, 20'7 % y 19'2 % respectivamente. Las cadenas temáticas dedicadas en exclusiva a noticias, documentales, películas, etc. apenas llegaban al 7'8 %. Actualmente se le ha dado la vuelta a la tortilla, los espectadores buscan contenidos específicos. Las cadenas temáticas representan hoy día el 29'4 % (y sigue creciendo) mientras que todas las demás cadenas se quedan por debajo del 16 % de audiencia (datos de FórmulaTV).

No obstante, la televisión sigue siendo el medio de comunicación (¿?) de masas por excelencia y tiene enganchados a millones de personas, ¿eres tú uno de ellos? Espero que no, pero sea cual sea tu respuesta, te propongo dos opciones para enfrentarte a la "caja tonta".

Opción 1: Deshazte de la televisión
No te arrepentirás. Es la opción más radical pero también la mejor. Cualquier cosa que hagas en lugar de quedarte embobado frente al televisor será más provechosa. Si te parece demasiado radical y no estás seguro de poder hacerlo puedes probar a tener desenchufado el televisor durante una semana y decidir entonces si te deshaces de la caja tonta para siempre o si te decantas por la segunda opción, más moderada.

Opción 2: Planifica tu programación
Hazte un planning semanal y decide qué vas a ver y cuándo. Puedes consultar la programación de cada canal en internet. Toma conciencia de que eres tú el que maneja la televisión y no es ella la que te maneja a ti. No uses el mando a distancia, mételo en un cajón, eso hará que no empieces a hacer zapping y se vaya al traste tu plan. Intenta pasar al menos un día a la semana sin ver nada. Para esto último, lo mejor es desenchufar el aparato. Tener el mando a distancia al alcance y el televisor en stand by puede hacerte sucumbir a la tentación.

Por último, te propongo diez cosas que puedes hacer en lugar de ver la televisión:
  • Hacer el amor
  • Hablar con quien tengas cerca
  • Pasear
  • Leer
  • Escuchar música
  • Jugar al ajedrez
  • Cocinar
  • Leer este blog
  • Tumbarte y mirar al techo
  • No hacer nada
¿Se te ocurre alguna más?

sábado, 11 de septiembre de 2010

Deshazte de los objetos inútiles

Lo que tenemos a nuestro alrededor, en nuestro entorno más inmediato, suele ser un reflejo de lo que tenemos en la cabeza. Si albergamos objetos inútiles en nuestra casa, seguramente tenemos rondando por nuestra cabeza muchos pensamientos que nos están estorbando, ideas que nos bloquean, pequeños (o grandes) conflictos que nos impiden progresar en nuestra vida.

Puede parecerte en principio algo trivial, pero te puedo asegurar que el hecho de deshacerse de los objetos inútiles tiene un efecto positivo muy poderoso a nivel mental.

Si piensas ahora mismo en poner patas arriba toda tu casa y ver lo que te sirve o no te sirve, te parecerá un mundo, y seguramente encontrarás cualquier excusa para no hacerlo. Te propongo hacer algo mucho más fácil. Será el primer paso para empezar a “limpiar” tu entorno:

  1. Selecciona un lugar pequeño dentro de tu casa donde tengas objetos guardados. Puedes elegir por ejemplo un cajón de la mesita de noche, una balda de una estantería o un rincón donde tengas objetos acumulados. Es importante que sea pequeño y que no contenga muchos objetos.
  2. Vacía completamente ese lugar y pon todos los objetos que allí hubiera sobre una mesa, agrupados a tu izquierda.
  3. Ahora ve cogiendo uno a uno cada objeto y decide qué hacer con él. Es muy importante no coger más de un objeto al mismo tiempo. Hazte la siguiente pregunta: ¿he usado este objeto en el último año? Si la respuesta es NO deberías deshacerte de él: tirarlo, venderlo o donarlo. Serían una excepción las garantías de los aparatos, los resguardos de la declaración de la renta, etc. pero de eso nos ocuparemos en otro post. Si te parece que el límite de un año sin utilizar un objeto es demasiado corto, puedes utilizar un límite de dos o de tres años. Pero ten en cuenta que la próxima vez que vayas a ordenar, te vas a encontrar ese objeto de nuevo.
  4. En ajedrez, cuando se toca una pieza hay que moverla, no nos podemos echar atrás y elegir otra pieza. Ahora igual. Si cogemos un objeto del montón que tenemos a nuestra izquierda es muy importante no volverlo a colocar otra vez en el mismo montón y elegir otro objeto. Hay que tomar una decisión y colocarlo en el correspondiente montón a nuestra derecha.
  5. Al final, cuando hayas decidido qué hacer con todos los objetos, no quedará ninguno a tu izquierda y tendrás dos montones a tu derecha. Un montón contendrá los objetos que has decidido conservar y el otro, todos esos objetos de los que te vas a deshacer.
  6. Coloca los objetos “útiles” de nuevo en su lugar. Verás que ahora esa zona está más despejada. Deshazte cuanto antes de los objetos “inútiles”. Véndelos o dáselos a alguien, puede que a otra persona les sirva. Si no sirven para nada, tíralos directamente, no te arrepentirás.
  7. Felicítate por haber ordenado una pequeña zona de tu espacio vital. Tómate una copa de vino, escucha uno de tus temas favoritos o haz algo, por pequeño que sea, para recompensarte.
Puedes seguir despejando de objetos que no usas otro cajón, o una zona un poco más grande, como el maletero del coche o el trastero. Antes de que te des cuenta, habrás eliminado de tu casa todo lo que no te sirve. Las cosas inútiles no te estarán quitando espacio, habrás ganado espacio para ti y para las cosas que realmente usas y valoras.