miércoles, 29 de septiembre de 2010

Estoy vendiendo mis plumas


Coleccionismo y minimalismo son términos opuestos y tarde o temprano tenía que acometer la tarea de desprenderme de mi colección de estilográficas. Si no de todas ellas, al menos de gran parte.

Escribir con pluma es una delicia. Redescubrí este placer hace un par de años, cuando me encontraba trabajando en Irlanda. Andaba curioseando en una papelería del centro de Cork cuando fijé la vista en una Parker Jotter en oferta, seis eurillos de nada. Arrancarle los primeros trazos fue como descubrir de nuevo la escritura. Desde entonces no he dejado de escribir con pluma.

La semana siguiente a la compra de mi primera Parker volví a la misma papelería y me compré otra, a la que le di un uso no muy prolongado pero intensivo. Sí, has acertado, no le di un uso muy prolongado porque al poco tiempo cayó otra pluma, y luego otra...

Entrar en eBay fue mi perdición. En este cúmulo gigantesco de tiendas virtuales se pueden encontrar plumas de todo tipo y precio, desde menos de un euro hasta ediciones muy exclusivas de varios miles.

Al principio, cuando tenía cinco o seis, las iba rotando y así escribía con todas, pero a medida que la colección iba creciendo, casi me centraba más en pensar cuál sería la siguiente que en escribir con las que ya tenía.  Algunas ni siquiera las estrené.

Llegué a tener 54 plumas. Son demasiadas, y esto de coleccionar no va con mi nuevo estilo de vida minimalista. Quiero reducir mis pertenencias en todos los ámbitos y tener poco, sólo lo que uso y lo que me gusta de verdad.

De un tiempo a esta parte he empezado a vender las plumas en pequeños lotes. De eBay vinieron y a eBay están volviendo. Mi objetivo, en principio, es quedarme con un máximo de 18 estilográficas, sólo las mejores y las que más me gustan. De esta forma vendería incluso uno de los muebles que tengo para guardarlas (el más grande). Más adelante puede que continúe el proceso "minimizador", pero de momento pasar de 54 a 18 plumas creo que sería un logro.

¿Y tú? ¿tienes alguna colección que te trae de cabeza?

sábado, 25 de septiembre de 2010

Hacer las cosas (I) - Introducción


Nuestro éxito laboral y personal depende en gran medida de nuestra capacidad para completar con éxito las tareas que debemos realizar: escribir un informe, comprar el pan, contestar los correos electrónicos, aprender a manejar una nueva aplicación, sacar el perro a pasear, asistir a una reunión... Podemos ir resolviendo los problemas sobre la marcha y confiar en nuestra memoria o podemos organizar las tareas mediante algún sistema. Si  estamos jubilados (y no tenemos nietos) podemos optar por lo primero, en cualquier otro caso, si queremos hacer bien las cosas, en su plazo, sin dejarnos nada en el tintero y sin que nos de un infarto por el estrés, haríamos bien en adoptar algún sistema.

Hace dos años largos me di cuenta de que no alcanzaba todos los objetivos que me planteaba. Cumplía, eso sí, con lo más importantes, pero a costa de acumular trabajo a última hora, estrés, falta de sueño, mucho esfuerzo y sobre todo mucho desorden. Me di cuenta de que necesitaba algún sistema para mejorar mi rendimiento. Fue así como empecé a interesarme por los métodos que tienen como fin mejorar la productividad.

Iniciamos con éste, una serie de artículos que tratarán sobre algunos de los sistemas más conocidos que nos pueden ayudar a conseguir eso que tanto ansiamos: hacer las cosas.

Trataremos, los siguientes sistemas:
  • Listas "tudú": Una lista “tudú” (to do list) es una lista de cosas por hacer. Mantener en la cabeza todas las tareas que debemos realizar no es fácil, podemos pasarlas a una lista "tudú" en papel o en el ordenador para saber siempre lo que queda pendiente.
  • GTD (Getting Things Done): Es la madre de todos los sistemas. Todos los demás hacen referencia a él (aunque sea para criticarlo). Se basa en una planificación muy concisa de la recopilación y el procesamiento de la información. Hace mucho hincapié en la revisión periódica del sistema.
  • ZTD (Zen to Done): Se basa parcialmente en GTD. Propone un sistema más flexible y más simple. No da tanta importancia al aspecto organizativo como GTD y hace énfasis en aplicar el sistema de forma gradual.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

El problema del mantelito de crochet


Eliminar objetos inútiles es muy importante. Con cierta frecuencia es necesario limpiar el espacio vital y ver qué es lo que sirve y hay que conservar y qué es lo que no sirve y hay que desechar. Los objetos útiles se deben colocar en su lugar correspondiente (cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa) y los objetos de los que es necesario desprenderse se pueden donar, vender o tirar, según el caso.

En principio, la clasificación de objetos siguiendo este criterio parece fácil y sistemática, y de hecho lo es. Pero, tarde o temprano, uno se tropieza con "el problema del mantelito de crochet". Se trata de un objeto que se conserva por motivos sentimentales pero que no tiene ninguna utilidad, ni siquiera decorativa, se guarda en un cajón o incluso en el trastero durante lustros o décadas y nunca se usa, simplemente se almacena, y no se tira porque da pena. Puede ser un regalo, algo hecho a mano o algo que de alguna manera trae buenos recuerdos.

Puede haber muchos tipos de "mantelitos de crochet": un jarrón chino, un fondue, un peluche, una bandeja, un molinillo de café... Se pueden tener pocos o se puede llegar a tener la casa llena de ellos, prácticamente sin dejar espacio para nada más. Puede haber incluso "mantelitos de crochet" de grandes dimensiones como un coche, un terreno o una casa. En efecto, hasta una casa puede pertenecer a esta categoría si se trata de un inmueble que se conserva por motivos sentimentales pero que ni se habita, ni se alquila, ni se le saca ningún provecho, simplemente se queda ahí, en el limbo.

¿Qué se puede hacer con estos objetos? Lo mejor es desprenderse de ellos, dejarlos marchar: venderlos, donarlos o tirarlos. Los objetos son sólo eso, objetos. Lo importante son las personas y las relaciones de amor y amistad que hay entre ellas. Cuando alguien ofrece un regalo, ese gesto permanece para siempre en la memoria, aunque el objeto regalado luego se pierda o se queme en un incendio, el regalo es lo de menos, lo importante es ese acto de generosidad. Tener muchas cosas alrededor no hace más feliz a nadie, por el contrario, tener gente que te quiera a tu lado te hará la persona más feliz del mundo.

No pasa nada por tener ciertos recuerdos, no hay que ser radical y verlo todo desde un punto de vista funcional, no hay nada malo en conservar algunos "mantelitos de crochet" siempre que sean pocos, pequeños y estén bien ordenados. Pero hay que estar muy alerta para no dejar que ahoguen el espacio vital.

¿Y tú? ¿tienes muchos "mantelitos de crochet"?

sábado, 18 de septiembre de 2010

Define tu trabajo


Llegas al trabajo, te sientas frente al ordenador y lo primero que haces es consultar el correo electrónico. Sabes que tienes muchas tareas pendientes pero miras el correo por si hay algo importante o urgente. Echas un vistazo rápido y contestas a varios de ellos que son poco relevantes. Llega un compañero y te pide que le eches una mano con la impresora que parece que esta mañana está de huelga, te llaman al móvil, después al fijo, vuelves a consultar el correo y al mismo tiempo le echas un vistazo a las noticias, un compañero te propone ir a tomar un café ¿cómo rechazarlo?

Pasadas cuatro horas, tienes la sensación de haber trabajado mucho pero en realidad no has avanzado en ninguno de los proyectos o tareas importantes que tenías pendientes. ¿Te suena esta película? Si lo tuyo es "apagar fuegos" seguro que todo esto te resulta familiar. Este modelo de trabajo no te lleva a ningún sitio, o al menos, a ningún sitio que tú quieras. Es como un barco a la deriva, que va donde lo lleva la corriente.

"No dejes que las circunstancias te impongan lo que tienes que hacer, empieza a definir tu trabajo, sé tú el que decida qué hacer y, sobre todo, qué no hacer en cada momento. Coge el timón. Sólo de esta forma podrás alcanzar tus objetivos."

Aquí tienes algunos consejos prácticos para soltar la manguera y agarrar el timón:

Primero lo primero. Haz en primer lugar lo más importante, no lo más fácil ni lo más urgente. Lo más importante es aquello que te lleva a conseguir tus objetivos, a concluir tus tareas pendientes. Aprovecha bien las primeras horas de la mañana, cuando te encuentras con más energía.

Aprende a decir que no. Si estás trabajando en algo importante, los demás entenderán que no puedes atenderlos. Toma nota de sus peticiones y di de forma educada que los atenderás en cuanto puedas.

No leas el correo electrónico hasta pasadas dos horas del inicio de tu trabajo. Si hay algo realmente urgente, te llamarán por teléfono. Es mano de santo, te lo aseguro.

Haz una lista de tareas pendientes. Lo puedes hacer en papel o puedes utilizar algún program de listas To-Do como el GToDo o Tasks, o algún programa en línea como Remember the Milk. Define claramente qué tareas son las que tienes que realizar. Cuanto más corta sea tu lista, mejor, más probabilidades tendrás de completarlas todas.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La caja tonta

Cuando me mudé a mi propio piso tomé la decisión de no tener televisión. Diez años después, puedo afirmar con rotundidad que fue una decisión totalmente acertada. Leo, cocino, trabajo... pero no veo la televisión, sencillamente porque no tengo, ni falta que me hace. Ni siquiera pierdo el tiempo considerando la opción de verla o no verla porque, en mi caso, esa opción no existe.

¿Qué nos ofrece la televisión?
Como medio audiovisual tiene un potencial enorme: noticias, documentales, películas, reportajes... La cuestión es ¿aprovechamos de verdad esa capacidad como medio y esa variedad de contenidos? ¿podemos llegar a esos contenidos por otros cauces sin necesidad de tener televisión? A la primera pregunta podemos contestar sí o no dependiendo del nivel de zapping y de la existencia o no de planificación a la hora de sentarse delante del aparato. A la segunda pregunta podemos contestar con rotundidad que sí. Hoy día a través de internet podemos tener acceso a cualquiera de los contenidos que nos ofrece la televisión, pero además de una forma activa, eligiendo nosotros en cada momento la información que queremos obtener. No todo internet es orégano pero eso es otro asunto que daría para otro artículo.

Los televidentes no son tontos
Debo confesar que cuando empecé a escribir este artículo tenía unos prejuicios no demasiado favorables hacia los telespectadores. Pensaba que la mayoría de la gente se pasa el día viendo programas de cotilleos, esos en los que unos a otros se profieren gritos y parecen competir a ver quién tiene menos educación e inteligencia. Hay quien lo ve (en caso contrario no existirían esos programas) pero afortunadamente los hábitos de los espectadores van cambiando y parece que se va imponiendo la lógica, no son tantos como yo pensaba, al menos así lo constatan los datos. A comienzos de 2006, las cadenas líderes de audiencia eran Antena 3, Telecinco y La 1 que copaban el 21'9 %, 20'7 % y 19'2 % respectivamente. Las cadenas temáticas dedicadas en exclusiva a noticias, documentales, películas, etc. apenas llegaban al 7'8 %. Actualmente se le ha dado la vuelta a la tortilla, los espectadores buscan contenidos específicos. Las cadenas temáticas representan hoy día el 29'4 % (y sigue creciendo) mientras que todas las demás cadenas se quedan por debajo del 16 % de audiencia (datos de FórmulaTV).

No obstante, la televisión sigue siendo el medio de comunicación (¿?) de masas por excelencia y tiene enganchados a millones de personas, ¿eres tú uno de ellos? Espero que no, pero sea cual sea tu respuesta, te propongo dos opciones para enfrentarte a la "caja tonta".

Opción 1: Deshazte de la televisión
No te arrepentirás. Es la opción más radical pero también la mejor. Cualquier cosa que hagas en lugar de quedarte embobado frente al televisor será más provechosa. Si te parece demasiado radical y no estás seguro de poder hacerlo puedes probar a tener desenchufado el televisor durante una semana y decidir entonces si te deshaces de la caja tonta para siempre o si te decantas por la segunda opción, más moderada.

Opción 2: Planifica tu programación
Hazte un planning semanal y decide qué vas a ver y cuándo. Puedes consultar la programación de cada canal en internet. Toma conciencia de que eres tú el que maneja la televisión y no es ella la que te maneja a ti. No uses el mando a distancia, mételo en un cajón, eso hará que no empieces a hacer zapping y se vaya al traste tu plan. Intenta pasar al menos un día a la semana sin ver nada. Para esto último, lo mejor es desenchufar el aparato. Tener el mando a distancia al alcance y el televisor en stand by puede hacerte sucumbir a la tentación.

Por último, te propongo diez cosas que puedes hacer en lugar de ver la televisión:
  • Hacer el amor
  • Hablar con quien tengas cerca
  • Pasear
  • Leer
  • Escuchar música
  • Jugar al ajedrez
  • Cocinar
  • Leer este blog
  • Tumbarte y mirar al techo
  • No hacer nada
¿Se te ocurre alguna más?

sábado, 11 de septiembre de 2010

Deshazte de los objetos inútiles

Lo que tenemos a nuestro alrededor, en nuestro entorno más inmediato, suele ser un reflejo de lo que tenemos en la cabeza. Si albergamos objetos inútiles en nuestra casa, seguramente tenemos rondando por nuestra cabeza muchos pensamientos que nos están estorbando, ideas que nos bloquean, pequeños (o grandes) conflictos que nos impiden progresar en nuestra vida.

Puede parecerte en principio algo trivial, pero te puedo asegurar que el hecho de deshacerse de los objetos inútiles tiene un efecto positivo muy poderoso a nivel mental.

Si piensas ahora mismo en poner patas arriba toda tu casa y ver lo que te sirve o no te sirve, te parecerá un mundo, y seguramente encontrarás cualquier excusa para no hacerlo. Te propongo hacer algo mucho más fácil. Será el primer paso para empezar a “limpiar” tu entorno:

  1. Selecciona un lugar pequeño dentro de tu casa donde tengas objetos guardados. Puedes elegir por ejemplo un cajón de la mesita de noche, una balda de una estantería o un rincón donde tengas objetos acumulados. Es importante que sea pequeño y que no contenga muchos objetos.
  2. Vacía completamente ese lugar y pon todos los objetos que allí hubiera sobre una mesa, agrupados a tu izquierda.
  3. Ahora ve cogiendo uno a uno cada objeto y decide qué hacer con él. Es muy importante no coger más de un objeto al mismo tiempo. Hazte la siguiente pregunta: ¿he usado este objeto en el último año? Si la respuesta es NO deberías deshacerte de él: tirarlo, venderlo o donarlo. Serían una excepción las garantías de los aparatos, los resguardos de la declaración de la renta, etc. pero de eso nos ocuparemos en otro post. Si te parece que el límite de un año sin utilizar un objeto es demasiado corto, puedes utilizar un límite de dos o de tres años. Pero ten en cuenta que la próxima vez que vayas a ordenar, te vas a encontrar ese objeto de nuevo.
  4. En ajedrez, cuando se toca una pieza hay que moverla, no nos podemos echar atrás y elegir otra pieza. Ahora igual. Si cogemos un objeto del montón que tenemos a nuestra izquierda es muy importante no volverlo a colocar otra vez en el mismo montón y elegir otro objeto. Hay que tomar una decisión y colocarlo en el correspondiente montón a nuestra derecha.
  5. Al final, cuando hayas decidido qué hacer con todos los objetos, no quedará ninguno a tu izquierda y tendrás dos montones a tu derecha. Un montón contendrá los objetos que has decidido conservar y el otro, todos esos objetos de los que te vas a deshacer.
  6. Coloca los objetos “útiles” de nuevo en su lugar. Verás que ahora esa zona está más despejada. Deshazte cuanto antes de los objetos “inútiles”. Véndelos o dáselos a alguien, puede que a otra persona les sirva. Si no sirven para nada, tíralos directamente, no te arrepentirás.
  7. Felicítate por haber ordenado una pequeña zona de tu espacio vital. Tómate una copa de vino, escucha uno de tus temas favoritos o haz algo, por pequeño que sea, para recompensarte.
Puedes seguir despejando de objetos que no usas otro cajón, o una zona un poco más grande, como el maletero del coche o el trastero. Antes de que te des cuenta, habrás eliminado de tu casa todo lo que no te sirve. Las cosas inútiles no te estarán quitando espacio, habrás ganado espacio para ti y para las cosas que realmente usas y valoras.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Presentación del blog

Bienvenidos a Mínimo, un blog sobre minimalismo existencial, productividad y realización personal.

¿Minimalismo? ¿qué es eso?
Un estilo de vida basado en el minimalismo consiste en prescindir de lo innecesario y centrarnos en lo importante, en lo que de verdad nos llena como personas, nos estimula, nos gusta, nos divierte y nos lleva a conseguir nuestros objetivos y nuestras metas.

¿El consumo nos da la felicidad?
Vivimos en la sociedad de la abundancia y del consumismo. Desde pequeños se nos intenta hacer creer que seremos más felices teniendo más cosas, siempre cuanto más mejor. Nos pasamos la vida esforzándonos por conseguir más dinero con el que comprar cosas. Esas cosas nos dan una felicidad momentánea, un pequeño “subidón”, pero enseguida caemos otra vez en el frenesí de conseguir más: un coche más potente, una casa más grande, más ropa, más muebles, más y más y más y más... ¿Te has parado a reflexionar alguna vez en lo que de verdad te hace feliz? Mira a tu alrededor porque puede que la felicidad esté más cerca de lo que crees.
Con la información que manejamos pasa algo muy parecido a lo que ocurre con los objetos. Estamos sumidos en un mar de información, recibimos mensajes por todas partes y queremos abarcarlo todo, pensamos que cuanto más (de lo que sea) mejor, y eso nos hace, de nuevo, perder el control de nuestra vida.
Y qué decir de las tareas que realizamos a diario. ¿Cuánto tiempo te pasas “apagando fuegos” y haciendo cosas que no te gustan tanto en el trabajo como en la vida personal? ¿merece la pena vivir haciendo lo que no te gusta? Ya es hora de que dejes de hacer tantas cosas que no te apetecen y que no te aportan nada y que decidas por ti mismo hacia dónde quieres ir y qué camino tomar.
En este blog trataremos sobre cómo eliminar “ruido” de nuestra vida y sobre cómo tomar el control y concentrarnos en lo que nos importa realmente. Daremos consejos prácticos y contaré también mi experiencia personal.

Frecuencia
Publicaré entradas dos veces por semana durante el mes de septiembre, los miércoles y los sábados. Después decidiré si mantener o no el compromiso de seguir publicando, según la aceptación que tenga el blog. Igualmente veré si hay que mantener la cadencia de publicación, aumentarla o disminuirla.

Feedback
Lo más importante de un blog es que la gente lo lea. Espero vuestros comentarios y sugerencias.